Las ventajas de ser justo (1)


Autor: Pablo Herreros 12 Noviembre 2010
Para los primates, la vida en grupo tiene multitud de ventajas e inconvenientes. Los miembros de un colectivo se benefician mediante la cooperación en la crianza de los más pequeños, en la defensa de los depredadores, en la obtención de alimento y además es más sencillo encontrar a un compañero o compañera con quién tener descendencia. Pero también deben enfrentarse a los costes, como por ejemplo los conflictos o la posibilidad de ser explotado por otros.
Grupo de chimpancés del Whipsnade Safari Park, en Reino Unido (imagen: usuario de Flickr).
Para combatir la explotación, muchas especies de animales hemos desarrollado una serie denormas sociales que consisten en expectativas sobre lo que debe suceder o no tras un acontecimiento determinado. Por ejemplo, si un extraño por la calle regala a dos amigos una cesta de navidad, lo que esperamos que ocurra a continuación es que la distribuyan equitativamente. Esta norma no está escrita en ninguna parte ni tampoco han sido pactada, solo esperamos que ocurra así.
La ventaja adaptativa de desarrollar un sistema de justicia para los humanos ha sido la de favorecer el beneficio de todas las partes cuando los miembros interaccionan unos con otros, permitiendo la vida en sociedad. De esta manera, y dado que el entorno social al que se enfrentan otros animales es muy similar, es de esperar que otras especies la hayan desarrollado estrategias similares.
El etólogo de la Universidad de Colorado, Marc Bekoff ha sido uno de los pioneros en el estudio de estos fenómenos sociales. Bekoff ha encontrado que en contextos de juego, tanto en perros como en lobos, los miembros más fuertes y con más años del grupo, controlan su fuerza para no ser expulsados del juego. Este comportamiento parece representar una norma social, ya que los individuos que no responden de esta manera suelen ser excluidos de las sesiones de juego presentes y tampoco se solicita su participación en las futuras.
Pero más asombroso es el reciente descubrimiento de la ventaja adaptativa de poseer tales patrones de respuesta para los cánidos. Bekoff, ha publicado un estudio que demuestra cómo los coyotes que han sido excluidos de sesiones de juego durante su vida, tienen más probabilidades de acabar condenados al aislamiento, poniendo en peligro su supervivencia, ya que la tasa de mortalidad para los coyotes solitarios es un 55%, mientras que para los que viven en la manada es sólo del 20%.
Es importante tener claro qué ventaja ha supuesto el desarrollo de un comportamiento determinado, para que este haya podido ser favorecido por selección natural. El economistaErnst Fehr propone como hipótesis para los humanos que los individuos con un sentido de la justicia más desarrollado tienen más posibilidades de tener éxito en las interacciones de cooperación con otros porque buscarán compañeros que sean más justos en el reparto de las recompensas. Si un individuo es consciente de que está recibiendo menos que un compañero, puede tratar de encontrar otro con quien colaborar de una manera más equitativa.
Sarah Brosnan y Frans de Waal trataron de poner a prueba a un grupo de capuchinos en el laboratorio bajo estas premisas. Primero les enseñaron a entregar unas fichas de plástico a cambio de dos tipos de recompensa: uvas y pepino. Aunque comen sin problema alguno ambos tipos de alimentos, esta especie muestra preferencia por la fruta. En el siguiente paso y por parejas, se introdujo la condición de injusticia, dando solo a uno de los dos una uva por la misma ficha. Lo interesante de los resultados es que cuando ven a un compañero recibir una recompensa mayor, inmediatamente pasan a rechazar el pepino y se niegan a realizar el intercambio, arrojando el alimento fuera de la instalación y mostrando conductas que nos recuerdan a la indignación humana.
Vídeo que muestra el sentido de la justicia en monos capuchinos.
Brosnan ha demostrado también, que los chimpancés varían considerablemente sus respuestas derechazo a la injusticia, dependiendo de si llevan poco o mucho tiempo siendo parte del grupo en el que sucede la injusticia. Estas variaciones son idénticas a las halladas en humanos ya que nosotros nos indignamos más o menos dependiendo de la calidad de la relación.
Pero lo que entendemos las personas como justicia va más allá del yo personal. Los humanos también nos indignamos e incluso podemos llegar a intervenir cuando la violación de las normas afecta a terceros. En un estudio llevado a cabo por el biólogo Bernt Heinrich, se encontraron evidencias de normas sociales reforzadas por terceras partes en cuervos. Estas aves parecen tener una regla que afecta al robo y que consiste en que el poseedor mantiene su comida, al margen de los otros cuervos presentes. Si un individuo viola esta norma, cualquier otro cuervo atacará al “delincuente” y sancionará de esta manera la conducta, aunque no esté en juego su propia comida.


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