Organización ecológica en el Cámbrico
Los ecosistemas del Cámbrico tenían una organización muy similar a la que tienen los ecosistemas modernos.
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¿Fue el mundo Cámbrico tan complejo como el actual desde un punto de vista ecológico aunque las especies que lo poblaron sean muy distintas a las actuales? Según un estudio reciente, que ha conseguido reconstruir los detalles de la red alimentaria de la época, la ecología de aquel entonces es muy moderna. El estudio sugiere que las relaciones tróficas de esas criaturas marinas de hace 500 millones de años eran extraordinariamente similares a las actuales.
La red alimentaria o trófica representa las interacciones de alimentación entre las distintas especies de un hábitat. Es como la cadena alimentaria sólo que más compleja y realista. Puede ser representada por un grafo. El descubrimiento de las regularidades fuertes y duraderas en las que las redes se organizan puede ayudar a entender la historia de la evolución de la vida y podría proporcionar un mejor entendimiento de la ecología moderna, tal que por ejemplo cómo responderán a las extinciones e invasiones los ecosistemas.
Un equipo multidisplicinar de científicos de diversas instituciones dirigidos por la ecóloga Jennifer Dunne del Instituto Santa Fe estudiaron las redes tróficas de las criaturas marinas del Cámbrico disponibles en el registro fósil. En esa época hubo una explosión de vida compleja en la que surgieron multitud de planes corporales a partir de los cuales evolucionaron casi todas las formas de vida animal conocidas. Entre ellos también había extrañas criaturas que terminaron extinguiéndose.
Estos científicos desarrollaron un software que reconstruye en tres dimensiones las redes tróficas y las representa en forma de grafos para su ulterior análisis y visualización (ver fotos).
Recopilaron datos de fósiles de hace 505 millones de años encontrados en Burgess Shale (Canadá) así como otros de hace 520 millones de años de Chengjiang Shale (China). Ambos yacimientos son únicos porque presentan fósiles exquisitamente bien conservados, incluso de animales de cuerpo blando, de una gran variedad de animales.
Determinaron quien se comía a quien basándose en una variedad de pistas e indicadores, como ocasionalmente el contenido fosilizado del aparato digestivo de los depredadores. Aunque la mayoría de las veces infirieron esto mismo basándose de las partes anatómicas que tenían los fósiles, como garras, grandes ojos, bocas dentadas, etc. Así por ejemplo, Anomalocaris canadensis, un animal inusual sin descendientes modernos, era un formidable depredador de trilobites y otros artrópodos, ya que además de los rasgos anatómicos enumerados anteriormente dejaba sobre los cuerpos de sus víctimas las marcas características de sus mordiscos. Algunas de estas víctimas se fosilizaron y han llegado hasta nosotros para ser estudiadas.
Es muy interesante que se puedan inferir relaciones ecológicas a partir de restos fósiles.
Para comparar la organización cámbrica con los modernos ecosistemas, el equipo de científicos usó métodos para el estudio de la estructura de la red que incluía nuevas aproximaciones a la hora de analizar incertidumbres en los datos fósiles. Su representación en forma de grafo se puede ver a continuación:
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Aunque los paleontólogos siempre han sabido que las redes tróficas son importantes, carecían de un método riguroso de estudio de las mismas para tiempos remotos.
En este trabajo han mostrado que se puede reconstruir una red alimentaria antigua y que se puede comparar con las modernas, abriendo nuevos caminos en Paleoecología.
Estos investigadores se vieron sorprendidos al ver que la mayor parte de la estructura básica de la red trófica parece que terminó siendo estable durante la fase inicial de la explosión del Cámbrico.
La red trófica cámbrica comparte muchas similitudes con las modernas redes, como por ejemplo se podría citar que tienen el mismo número de especies que son omnívoras o caníbales, o la misma distribución de cuántos tipos de presas tiene cada especie predadora. Semejantes regularidades (y sus diferencias) se hacen evidentes sólo cuando se considera la variación en el número de especies y las relaciones dentro de la red.
Aunque también hay algunas diferencias respecto a las redes modernas, particularmente en los datos procedentes de Chengjiang Shale, en general no importa qué especies, qué ambiente o qué historia evolutiva se tenga, uno al final verá los mismos patrones alimenticios en la red de turno.
Lo que los investigadores desconocen es por qué las redes tróficas de diferentes hábitats y separadas por una inmensa distancia temporal comparten estas regularidades y similitudes. Podría ser que la evolución de las especies, dentro de una comunidad ecológica, termine llegando a un nivel determinado donde se tienen siempre los mismos patrones. Esto se podría deber, por ejemplo, a la limitación del número de especies por los depredadores a través de una presión de selección que resulte en extinciones. O quizás los patrones podrían reflejar una configuración dinámicamente consistente de especies interactuantes, o quizás podría deberse a limitaciones físicas en cómo los recursos fluyen a través de la red ecológica.
Responder a estas cuestiones abrirá un nuevo campo en la intersección entre Ecología, Evolución y Física que podría proporcionar una perspectiva valiosa para la Ecología de hoy en día. Según uno de los investigadores, este estudio sería un excelente ejemplo de cómo los métodos computacionales pueden ser usados como parte de un estudio interdisciplinar para ayudar a la obtención de resultados novedosos. Gracias a saber mejor cómo funcionaban los ecosistemas del pasado quizás podamos comprender y mitigar lo que está pasando y pasará en los ecosistemas del presente y del futuro.
Fuentes y referencias:
Santa Fe Institute.
Nota en Eureka Alert.
Compilation and Network Analyses of Cambrian Food Webs (abierto).
Libro: “La vida maravillosa” de Stephen J. Gould.
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